Después de un fin de semana, el último de libertad antes de un nuevo semi confinamiento y uno muy especial para mí, en la zona del Alto Tajo, no me ha resultado extraño saber que José Luis Sampedro le dedicara a esta zona la novela homónima al título de esta entrada. A escasas 2 horas de casa, he descubierto un oasis de paz plagado de paisajes que te roban el aliento y que, ahora que de nuevo no puedo cruzar los límites de mi municipio, se me antoja un lugar al que volver en mi mente cada vez que, de nuevo, la montaña rusa de emociones quiera precipitarme hacia el vacío.
Nuestra pequeña aventura arranca cerca de Peralejos de las Truchas, donde nos alojamos en los acogedores Apartamentos Rurales Chon Alto Tajo, y poco después de iniciar nuestro camino abandonamos la carretera general para tomar lo que allí llaman «pistas», esto es, un camino de tierra que, a tramos es más llevadero, pero otros tramos se convierten en un vaivén constante esquivando surcos y piedras. La pista pronto nos descubre un paraje que parece sacado de una postal pues, además, el otoño ya va ganando terreno al verano y empieza a pintar los árboles con sus colores ocres mezclados con el verde de los pinos y la belleza agreste del paisaje kárstico además de, por supuesto, el azul celeste del Tajo.



Continuamos el sinuoso camino para adentrarnos en el Barranco del Horcajo, una maravilla natural que ha creado uno de los numerosos afluentes que tiene el Tajo en esta zona gracias a la erosión constante de las rocas. Estas rocas son el producto de varias épocas de movimiento de las placas tectónicas y por tanto combinan diferentes tipos de materiales, lo que provoca que algunas capas de la misma roca tengan menos resistencia y se desgasten con más facilidad. Así, las rocas van dibujando formas imposibles en su descenso hacia el río.

El camino, además de una aventura y un placer para los sentidos para alguien que disfruta tanto conduciendo como yo, es muy cómodo porque tiene lugares para parar con el coche y poder respirar el aire puro mientras haces fotos tranquilamente. Nuestro objetivo, la Laguna de Taravilla para dejar allí el coche e iniciar una ruta a pie. Alcanzamos la Laguna para maravillarnos con esta masa de agua alimentada de forma constante por aguas subterráneas y rodeada por un humedal.


Desde la Laguna, iniciamos la ruta que nos va a adentrar en el valle rodeados de naturaleza entre bosques de pinos donde podrías perderte, bordeando los afluentes del Tajo, descubriendo pequeñas playas de arena que permiten darse un baño cuando las temperaturas acompañan, cruzando puentes colgantes y disfrutando del silencio y la paz que nos transmite este lugar.




El objetivo de la ruta a pie es el Salto de la Poveda, una antigua presa construida con la intención de utilizar la fuerza del agua para crear aquí una central hidroeléctrica que abasteciera a los municipios de alrededor. Unos problemas de filtraciones hicieron que la presa quedara en desuso y, a día de hoy, prácticamente en ruinas, el agua se abre paso dejando un espectáculo a la vista. El agua que cae del Salto, va a parar al Embalse de la Chorrera.


En este punto del río, es donde los gancheros hacían su primera parada en su procesión hasta Aranjuez. Los gancheros eran personas dedicadas a transportar troncos de madera a lo largo del río Tajo, oficio hoy extinguido desde que llegara el transporte por carretera, bien entrado el siglo XX.
De vuelta al coche terminamos la ruta que nos llevará hasta Poveda de la Sierra para hacer allí un pequeño receso y aprovechar a tomar una riquísima parrillada de carne con unos deliciosos postres caseros en Casa Parri.


De allí, nos vamos al Nacimiento del Río Cuervo, un monumento natural en forma de manantial donde las aguas subterráneas que vienen desde la zona más elevada de Mula del Cuervo, emergen a la superficie. Un lugar bonito aunque nos pareció algo menos impresionante debido a los increíbles paisajes que habíamos visto durante toda la mañana además de que está muy preparado de cara a las visitas turísticas y eso nos desencantó un poco. Aun así, merece la pena ver la cascada y pasear un rato cómodamente por este parque.



Toca un poquito de descanso para arrancar un día especial para mí, ese en el que me hago un año más sabia, recorriendo una ruta en coche que nos llevará desde Zaorejas hasta Contuende. La carretera es una delicia, especialmente si os gustan las curvas tanto como a mí, pero el día amaneció algo lluvioso y esta carretera no cuenta con tantos lugares para parar como la que recorrimos el día anterior, así que no tengo imágenes. Tendréis que recorrerla y, como nosotros, guardar en vuestras retinas todos sus paisajes. Merece especial mención en esta ruta el Mirador de Zaorejas, desde el cual se puede divisar gran parte del recorrido del Tajo por el Valle. Desde lo alto de las rocas, viendo planear a los halcones y cómo el Tajo dibuja sus curvas perfectas a través del Valle, es uno de los lugares donde quiero volver con mi mente cada vez que necesite algo de paz. No hay mejor regalo de cumpleaños que estas vistas.

Abandonamos nuestra ruta en coche para visitar Molina de Aragón, una ciudad que se presenta desde que tomas la carretera para acceder a ella y ves el perfil de su muralla, su castillo y su torre del homenaje, llamada Torre de Aragón, haciendo notar su protagonismo. Molina fue llamada Molina de los Caballeros hasta que, tras una insurrección de la plebe molinesa durante la guerra entre Castilla y Aragón, decidieron ponerse bajo la soberanía de Aragón y a partir de entonces pasó a ser llamada Molina de Aragón.


La última parada de este fin de semana, es el Castillo de Zafra haciendo honor a mi lado más friki pues este castillo fue uno de los escenarios elegidos para rodar algunas escenas de Juego de Tronos, en concreto, para los frikis como yo, aquellas en las que se revivía un secreto que ponía en duda la honorabilidad de Ned Stark. Dejando la ficción a parte, el castillo se ubica en una zona orográfica escarpada salpicada de conglomerados rocosos de hace más de 200 millones de años. Sobre uno de estos conglomerados, se erige el castillo que, desde todos los puntos de Hombrados y Campillo de Dueñas, los pueblos que están más cerca del castillo, resulta una visión impresionante.

Es el mejor colofón a esta pequeña excursión y otro regalo fabuloso para la cumpleañera. Como un regalo ha sido la compañía de mi Moana, siempre llenando todo de energía mientras campa a sus anchas, remojón en el Tajo incluido, y un colaborador muy especial que me ha ayudado con muchas de las imágenes que os he enseñado. Soy consciente que, después de todo esto, no puedo pedir más pero aun así lo voy a pedir. Mi deseo de cumpleaños es que muy pronto todas las limitaciones queden atrás y pueda seguir coleccionando momentos, paisajes y sensaciones como las de estos días. Un último vistazo al Valle del Alto Tajo, esta vez con la luz del atardecer que sabéis que tanto me gusta, y hasta la próxima, que espero sea muy muy pronto!
