Mar y montaña en Albania: Sarandé y Shkodër

Albania es un país de contrastes y por ello en este ratito os voy a llevar a sus playas increíbles y a los paisajes de montaña de los más bonitos que he visto.

Tomamos desde Tirana rumbo a Sarandé, zona costera con un encanto especial aunque aquí las playas no son nada espectacular. Pequeñas, con cemento, rocas… Pero aquí podréis probar pescado y marisco de la zona a unos precios más que asequibles.

Sarandé
Playa Sarandé
Sarandé

Desde Sarandé fuimos a conocer en barco los alrededores y era la primera vez que lo visitaba pero no pude evitar enamorarme perdidamente del Mar Jónico. Es un mar tranquilo de agua fría y cristalina que esconde piedras a cada cual más bonita. La excursión me dejó vistas del Jónico como nunca imaginé.

Jónico
Aguas turquesas Jónico
Mar Jónico

Tuvimos la suerte de estar en un alojamiento en alto y, gracias a eso, pude disfrutar de un atardecer sobre el mar de los que no olvidas jamás.

Atardecer en Sarandé

Emprendemos camino una vez más por las terribles carreteras albanesas para llegar hasta el norte del país, concretamente a Shköder, la ciudad de las bicis. No es sólo algo cultural, en Albania el coche es un artículo de lujo (así como la gasolina) y Shkodër es una ciudad más que manejable para recorrerla a 2 ruedas. Y donde fueres, haz lo que vieres… Así que nos aventuramos a las calles del centro de la ciudad en busca de una tienda donde alquilar nuestra bici, después de una copiosa comida en el restaurante Puri, visita obligada si pasas por allí.

Restaurante Puri

Con la tripa bien llena, empezamos nuestra ruta en bici por Shköder para descubrir que se trata de una ciudad muy llana, con un encanto especial y en la que hay un respeto absoluto por las bicis. Damos un buen paseo hasta llegar a las inmediaciones del Lago Skkadar y maravillarnos con las vistas. A pesar de que el peso de nuestra barriga nos lo pone difícil, conseguimos llegar a la única parte alta que hay en la ciudad donde, como no podía ser de otra forma, está el castillo.

La construcción es una auténtica maravilla muy bien conservada pero lo que te deja sin aliento son las vistas desde arriba.

Interior Castillo Shköder
Vista panorámica castillo Shköder
Vistas desde el castillo de Shköder

De bajada, descubrimos el camino que lleva a la Riviera del Lago Skkadar y nos atrevemos a explorar para llegar a una especie de paseo marítimo (sin mar, con lago) plagado de bares y restaurantes a pie del lago Skkadar, y se nos apaga la luz en Shköder mientras contemplamos absortos la inmensidad del lago cuyas aguas están a caballo entre Albania y Montenegro.

Lago Skkadar
Lago Skkadar

Justo a tiempo para devolver nuestras bicis y disfrutar del ambiente nocturno en el centro de la ciudad, una pequeña muestra para ilustrar la vida que hay en este lugar.

Shköder de noche

Después de una noche en un hotel más que peculiar, una anécdota más del viaje, ponemos rumbo a la montaña. Aquí recomendación: si visitáis la zona, reservad un par de noches para dormir en el parque natural de Teth ya que la distancia y el estado de las carreteras desde Shköder no permiten hacerlo en una excursión de un día. Como ya habréis supuesto por mi recomendación, no pudimos recorrer Teth pero no podíamos quedarnos sin vivir la experiencia de ver las montañas en un país como Albania. Elegimos el Valle de Kirit y fue todo un acierto. Se trata de una carretera estrecha que va recorriendo todo el valle, formado a lo largo de los siglos por el paso del agua proveniente del deshielo de las montañas que va abriéndose paso entre las rocas calcáreas propias de la zona. Y los paisajes son espectaculares, incluso aptos para el baño si la temperatura lo permite. También tenéis un par de bares totalmente escondidos en la naturaleza que son dignos de visitar aunque solo sea para tomar un refresco disfrutando del paisaje y la pureza del aire.

Valle Kirit
Fauna Kirit
Paisajes
Valle de Kirit

Después de un tropezón incluido, dejamos la montaña para vivir Shköder también de día. Una ciudad encantadora y con ambiente tanto de día como de noche.

Mezquita nueva Shköder
Calle principal Shköder
Shköder

Con estas vistas y malas noticias que llegan desde casa, abandonamos Albania y tras una breve parada en Dubrovnik, termina nuestro viaje. Tendré que regresar en unos años para confirmar si el progreso que ya se empieza a atisbar, ha dado su fruto pero me voy encantada de haber vivido aún un poquito de la auténtica Albania y agradecida por todas las vivencias y cosas increíbles que hemos visto.

Y esta entrada del blog va por ti, papá. En realidad, todas han ido por ti y así seguirá siendo, porque este gen viajero es gracias a ti y, por tanto, gracias a ti descubrí una de las cosas que más gusta hacer en el mundo. A partir de ahora, tendré que reinventar mi motivación por viajar sin poder compartir la ilusión y los aprendizajes de cada viaje contigo pero estás dentro de mí y, cuando consiga reponerme del vacío, te prometo emplearme en encontrar la manera de volver a ilusionarme viajando. Ojalá desde donde estés, hayas vuelto a recordar todos los que hicimos juntos y vuelvas a llenarte la boca hablando de nuestras anécdotas. Ayúdame desde allí a poner la corona en su sitio. Ahora me toca a mí seguir nuestro viaje y conquistar el mundo, por los tres.

Este último atardecer del viaje, antes de que algo se rompiera dentro de mí que aún no he podido volver a recomponer, te lo dedico con un impulso especial para que llegue hasta donde estás y te pueda imaginar sonriendo otra vez. Te quiero, te echo de menos y te llevo siempre conmigo.

Para Papá 💔 In Memoriam

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