Montenegro, Kotor eco & cat friendly

He de reconocer que cada vez me cuesta más salir de mi confort por todo lo que dejo en casa, salir a llenar la mochila es más complicado cuando gran parte de tu corazón se queda en casa. Pero, aunque sea por ratitos, necesito de vez en cuando desplegar las alas. He diseñado este segundo recorrido por los Balcanes, siempre hay que volver a los lugares donde has sido feliz. Espero que me acompañéis y poder haceros temblar con cada experiencia.

Esta aventura arranca en Dubrovnik, desde donde nuestro coche de alquiler con anécdota incluida nos llevará hasta Montenegro y, en concreto, hasta una de sus zonas más emblemáticas: Kotor.

Hacemos el trayecto de noche y, aún así, la carretera se nos antoja increíble pues nos lleva hasta Kotor recorriendo el fiordo del mar Adriático por las Bocas de Kotor. Circulamos a menos de un palmo del agua en algunos tramos y de fondo un perfil de montañas verdes. El centro histórico de Kotor es una ciudad amurallada sin tráfico que nos obliga a tirar de nuestra pesada maleta hasta nuestro alojamiento.

Aprovecho el descanso nocturno más que merecido para un poquito de Historia. Un territorio que perteneció durante más de 3 siglos a Venecia y que dejó su huella en la cultura y la gastronomía de este país. Muchas idas y venidas como estado anexionado a varios países con épocas de Principado y Reino independientes.  Con el fin de la I Guerra Mundial, Montenegro pasó a formar parte de la Yugoslavia Socialista hasta que ésta se desintegró con el fin de la Ii Guerra Mundial pasando Montenegro a formar parte de la Yugoslavia Federal y así se mantendría hasta 1992 cuando Yugoslavia desapareció. Montenegro se mantuvo unido a Serbia en una República Federal pero la Guerra de los Balcanes y las tensiones por la desigualdad entre ambos países dentro de la República hizo que crecieran las presiones internas para la independencia que finalmente fue declarada en 2006 tras un plebiscito y apoyada por la mayor parte de países del mundo, incluido Serbia.

Un país con tanta historia se merece una parada de un día intenso en nuestra ruta para conocerlo un poco más. Y nuestro día arranca en el centro histórico de Kotor con un copioso desayuno típico entre las bonitas calles estrechas de la ciudad.

Desde aquí emprendemos la búsqueda a la subida a la Fortaleza y Castillo de San Juan sin saber lo que nos esperaba. Casi 3 kilómetros de escarpada subida que cada vez se hacen más duros por el calor y la propia pendiente que se va a agudizando según subimos. Por contra, la panorámica es cada vez también más increíble y podemos contemplar la grandiosidad del entorno entre mar y montañas verdes, y también la del centro histórico de Kotor poblado de tejados rojos, tan típicos en las construcciones balcánicas. El esfuerzo merece la pena a pesar de todo para traeros estas imágenes.

Tras la sudada, nos aventuramos al mar para recorrer en lancha el fiordo y llegar hasta Nuestra Señora de las Rocas. Se trata de un islote artificial construido por lugareños de Perast, una localidad próxima a Kotor, que tras encontrar en este lugar un icono de la virgen, decidieron levantar allí un templo para ella, donde hoy se puede visitar el icono original por un módico precio (2€).

La festividad de Perast es el 22 de julio y todos el pueblo sale con sus barcos para tirar rocas alrededor de esta isla y garantizar así su estabilidad, una tradición curiosa cuanto menos.

Seguimos surcando el fiordo para contemplar los 3 túneles submarinos y hasta adentrarnos en uno de ellos. Fueron utilizados durante la IIGM y la Guerra de los Balcanes como escondite para los barcos. Tapaban la entrada al túnel con ramas de tal forma que quedase camuflado en la montaña y no fuera bombardeado por los aviones. Los 3 túneles están conectados entre si y se puede acceder andando entre uno y otro.

Ya en mar abierto tengo la ocasión de volver a encontrarme con él, mi mar Adriático, y disfrutar de su agua fresca y transparente con un buen chapuzón.

De vuelta a Kotor y a tierra firme, tenemos la oportunidad de recorrer el centro histórico con sus estrechas callejuelas y sus encantadoras plazas, siempre a resguardo bajo la atenta mirada de las montañas que lo rodean, para llevarme de este lugar el mejor de los recuerdos.

Por si todo lo que os he contado (y otras cosas que me guardo para mí) no fuese suficiente, resulta que Kotor es el paraíso de los gatos. Están por todas partes de la ciudad, la gente los cuida y los protege y campan a sus anchas por restaurantes, tiendas, hoteles…. Además, han intentado un sistema por el cual reciclar se convierte en un aliciente ya que, cada vez que reciclas, les cae comida y agua a los auténticos protagonistas de Kotor.

Los que me conocéis os podréis imaginar que Kotor cumple con todas mis grandes pasiones así que, de nuevo, me dejo un trocito en ella.

Pero la aventura tiene que continuar y nos vamos al país que linda por el sur con Montenegro después de atravesar el país por sus angostas carreteras. Os espero en Albania y su capital, seguiremos informando!

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