El Kremlin de Moscú

Y después de haber recorrido la Plaza Roja, seguimos nuestro segundo día en Moscú visitando otro de los emblemas de la ciudad: el Kremlin.

Para mí ha sido uno de los grandes descubrimientos del viaje por la cantidad de cosas que no sabía sobre este emblema ruso. ¿Lo fácil? Es un complejo amurallado frente al río Moscova, cuya muralla cuenta con 2,25 kilómetros y 19 torres, que ejerce como sede del gobierno ruso. Su nombre proviene de la palabra kreml que, en ruso antiguo, hacía referencia a una ciudad amurallada. Y ahora os voy a ir desgranando lo sorprendente de este complejo.

Llegamos por la mañana temprano y casi nos da un síncope al ver las colas de turistas. Por suerte, nosotros teníamos la entrada comprada online y a penas tuvimos que esperar un rato, después de pasar el pertinente control de seguridad. La entrada incluía visita al Museo de la Armería y a la Plaza de las Catedrales, que son las únicas zonas que se pueden visitar ya que el resto de edificios están destinados al gobierno.

El Museo de la Armería es una colección de piezas que van desde platería a carrozas de transporte, pasando por tronos y trajes. Interesante pero nada impresionante, aunque el edificio por dentro es digno de ver. Una curiosidad fue ver el famoso gorro de Monómaco, con el que coronaban a todos los zares, que es un símbolo de poder herencia del imperio bizantino.

La Plaza de las Catedrales es, literalmente, una plaza con cuatro catedrales todas juntas y todas del siglo XIV. A golpe de vista, resulta una visión impresionante la aglomeración de cúpulas doradas y edificios a cada cual más bonito.

La Catedral de la Dormición es en la que todos los zares han sido coronados.

La Catedral de la Anunciación tiene un total de nueve cúpulas doradas, aunque seis de ellas fueron añadidas más tarde.

La Catedral del Arcángel Miguel, la más grande de las cuatro, es donde están enterrados todos los zares moscovitas, incluido Iván el Terrible.

Y por último, la Catedral de la Deposición del Manto de la Virgen, cuyo nombre rebuscado no es muestra de su tamaño porque es muy pequeña y escondida detrás de las demás, pero también bonita.

Además, también hemos podido ver en el interior del Kremlin el cañón Tsar Pushka, famoso por ser el más grande del mundo y que se mandó construir por los zares como muestra del poderío ruso, aunque en la práctica no se pudo utilizar por su peso (más de cuarenta toneladas).

Muy cerca del cañón se encuentra la campana Tsar Kolokol, de dimensiones imposibles (pesa 400 toneladas), la cual nunca fue utilizada por una serie de sucesivos infortunios.

Y atravesando los jardines salimos de la muralla de nuevo a la Plaza Roja, con lo que termina nuestra visita al Kremlin.

La tarde la empleamos en ir a la Universidad para contemplar una de las siete torres de Stalin que hay repartidas por Moscú. Los alrededores de la torre son muy agradables para un paseo, especialmente si es en una tarde primaveral como la que nos ha tocado a nosotros. Esta torre es la cuarta más alta de Europa y la séptima del mundo, para que os hagáis idea de sus dimensiones.

Y frente a la torre, se encuentra el Mirador de los Gorriones, una terraza de dimensiones enormes donde se pueden ver vistas de la ciudad y alcanzar a ver la zona de negocios de Moscú, donde se encuentran los rascacielos.

Una degustación de viandas rusas (os hablaré también de ellas) y a coger fuerzas para seguir, que Moscú aún da mucho de sí.

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