Por ser nuestro último día en Costa Rica, el tiempo se ha portado y ha amanecido un bonito y despejado día para ir a nuestra última excursión.Hemos visitado el volcán Irazú en la provincia de Alajuela y como a una hora de San José, donde terminará nuestra aventura. El volcán Irazú es el más alto del país alcanzando los 3.200 metros de altura sobre el nivel del mar.Por ello la subida al volcán es una auténtica aventura que nos ha llevado a estar por encima de las nubes y no he podido evitar pararme en mitad de la carretera para enseñároslo.El volcán Irazú, cuyo nombre significa «lugar de helechos» ya que en sus laderas es fácil encontrar esta planta, cuenta con 5 cráteres, de los cuales sólo se visitan 2: el cráter principal y el cráter Diego de la Haya, en honor a su descubridor.
El cráter principal es el segundo más grande después del Poas, con poco más de un kilómetro de diámetro y contiene una laguna cratérica azul celeste en su interior que resulta un verdadero espectáculo. Además, es frecuente ver fumarolas puesto que el volcán continúa activo a día de hoy. No solo eso, además es el volcán que supone un riesgo más alto para Costa Rica ya que está ubicado en pleno Valle Central, donde se desarrolla gran parte de la actividad socio económica del país, pudiendo alcanzar incluso al aeropuerto internacional Juan Santamaría.El cráter Diego de la Haya está próximo al cráter principal, inactivo hoy en día, está tapado por los depósitos de ceniza acumulados de antiguas erupciones.
El resto del parque nacional, es una explanada de restos volcánicos (técnicamente se llama terraza) por la que se puede caminar si los pulmones os permiten respirar el aire puro de esa altura. Merece la pena porque es lugar único y además hemos tenido la suerte de estar prácticamente a solas con el volcán, lo que ha convertido el último paseo en algo mágico.
Y con esta último paseo abandonamos Costa Rica y damos por terminada nuestra aventura en un país que nos ha deleitado y sacado de quicio a partes iguales. Esta vez no he hecho mucha mención a la comida y es que no va a ser una de las cosas por las que más recuerde Costa Rica. El plato típico es el gallopinto, una mezcla de arroz con frijoles que de tan típica la toman para desayunar, comer y cenar, variando los ingredientes que lo acompañan desde huevos y tortitas para desayunar hasta pollo, cerdo o ternera para las comidas importantes del día. Al tercer día, ya empezaba a tener cierta tirria al gallopinto, pero por suerte Costa Rica es un país abierto al mundo y en él se puede encontrar todo tipo de comida internacional.Si echaré de menos la fruta tropical a todas horas, especialmente los mamones que ya conocéis, o tener sed y poder tomarte un coco recién cortado en cualquier puesto callejero improvisado. La papaya, la piña y la sandía, más conocidos para mí, en Costa Rica tienen un sabor dulce intenso que te apetece a todas horas.
También puedo dejar sin ninguna pena las carreteras que hemos atravesado en los últimos días, ya os he hablado de ellas así que no me detendré más salvo para una recomendación: si viajáis a este país, 4×4! Siempre! Esas mismas carreteras atraviesan un montón de pueblecitos en los que siempre nos encontramos mínimo 2 o 3 colegios porque Costa Rica es un país, en esto envidiable, que no tiene fuerzas armadas y gran parte del gasto del país se invierte en escolarizar a la sociedad.
Aunque ha habido momentos que me han provocado urticaria, ya empiezo a recordar con cierto cariño las expresiones típicas de aquí como su «pura vida», o su expresión de «con gusto» porque para ellos siempre es un placer atenderte, aunque sea con ese ritmo pura vida y estés a punto de perder un ferry. Os dejo algunas imágenes curiosas y que creo que definen bastante el estilo de vida costarricense, por si aún no he sido capaz de transmitíroslo.Sin duda una vez lo repose tendré más claras algunas de las sensaciones que he experimentado en este viaje pero sí tengo claro que echaré de menos levantar la vista y ver verde por todas partes, algunos de esos paisajes se han quedado para siempre dentro de mí. Y también algunas de las experiencias, inéditas para mí, y la gente maravillosa que hemos conocido en esta aventura.
De este viaje he aprendido a valorar los recursos naturales y a ser más respetuosa con nuestro entorno, Costa Rica es el ejemplo de que se puede respetar lo que nos rodea y ser un país tremendamente bello y feliz. Ahora toca volver a casa con mis amores pero no sin antes hacer mención y darle las gracias a ella, mi compañera de este viaje loco, la copiloto ideal que con su inocencia me ha hecho reír muchísimo buscando miradores de volcanes, con sus problemas con las alturas y esa medio sordera que nos ha llevado a reinventar los cacahuetes en macahuetes, entre otras miles de anécdotas. Gracias a ella los viajes terribles en coche durante horas, e incluso las esperas, también de aeropuerto, han sido hasta divertidos. Ha sido un placer, besti!
Y a todos los demás, pura vida muchachos! 😉