San Petersburgo

Si, aquí empieza una nueva aventura y esta vez con compañero de viaje y anfitriona de lujo. Nos vamos a Rusia y visitaremos dos de las principales ciudades del vasto territorio ruso, tan lleno de historia y una cultura tan peculiar que promete ser un viaje que no nos dejará indiferentes.

Arrancamos en San Petersburgo, la que llaman la Venecia del norte. A la llegada a la ciudad, nos recibe una ciudad palaciega de avenidas anchas y canales cuyos edificios muestran las secuelas del tiempo y la polución mezclando sus colores pastel con un gris triste que poco a poco termina enamorándote. Dejando atrás la anécdota de que nuestro taxista nos ha dejado tirados porque se lo ha llevado detenido la policía, «Peter», como la conocen cariñosamente sus habitantes, nos da la bienvenida de la mejor manera posible y es que muchas de sus calles principales están cortadas al tráfico y nos podemos permitir el lujo de caminar por ellas preocupándonos sólo de admirar nuestro alrededor.

Nos alojamos muy cerca del Hermitage en el B&B Volna, muy acogedor y altamente recomendable tanto por la ubicación como por el precio y la amabilidad de su regente Natalia.

Salimos a dejarnos impresionar por la ciudad en un paseo por el Campo de Marte, donde se encuentra la fosa común donde están enterados más de 200 combatientes de la revolución rusa de 1917.

Continuamos camino hacia la impresionante iglesia de Cristo Salvador de la Sangre, de estilo bizantino, que deleita la vista con su mezcla de colores, aunque tuvimos la mala suerte de encontrar su torre en reparación.

Después de un tentempié y un recorrido por los canales del centro de la ciudad, nos acercamos a la calle Nevsky Prospekt, que es una de las arterias principales del centro de la ciudad, donde se encuentra la Catedral de Kazan, muy peculiar por su forma de medio círculo que hace pensar en cualquier otro tipo de edificio.

El pronóstico del tiempo para el día siguiente, de lluvia, nos hace acudir antes de lo previsto a la principal atracción de Peter: la Plaza del Palacio.

Según giramos la calle y alcanzamos a ver la plaza, la vista es espectacular y, a medida que nos vamos acercando y tenemos una visión completa del Palacio de Invierno, el espectáculo es indescriptible sólo con palabras.

El Palacio de Invierno es la antigua residencia de los zares y que, gracias al interés que éstos mostraron siempre por las obras de arte siguiendo el camino iniciado por Catalina la Grande, a partir de la Primera Guerra Mundial, se convirtió en el museo del Hermitage.

Por la otra cara, el edificio linda con el río Neva dejando una vista para no olvidar que dejamos para el atardecer. La luz se vuelve preciosa pero el frío empieza a ser muy incómodo y hace que el paseo sea más corto de lo deseado.

Continuamos la visita con la Catedral de San Isaac, una magnífica obra arquitectónica con una cúpula visible desde varios puntos de la ciudad.

De camino a cenar una sopa borsch y un strogonof que nos temple el cuerpo, nos encontramos con un desfile militar con más tanques de los que había visto en toda mi vida. En cuestión de 10 minutos, los tanques toman la Plaza del Palacio y los soldados se colocan en formación rodeando la plaza de tal forma que no podíamos entrar ni salir de la plaza. Parece que esta vez la aventura va a estar repleta de anécdotas.

Un poco de descanso y el día siguiente, como ya auguraban las predicciones, amanece diluviando y con una bajada de las temperaturas que sólo nos deja la opción de visitar el Hermitage por dentro. La colección alberga más de 3 millones de piezas desde antigüedades hasta modernas y ocupa 6 edificios, aunque lo más espectacular me ha parecido visitar el Palacio de Invierno que aún conserva ese espíritu palaciego y majestuoso e incluso algunos muebles de la época para hacerse a la idea del estilo de vida ostentoso de los zares.

Y a punto de subirnos al tren nocturno en el que pasaremos la noche, así abandonamos a Peter y nos dirigimos a Moscú. Y Peter me ha parecido algo menos impresionante de lo que me esperaba pero reconozco que es una cuidad con encanto y me siento agradecida de haber podido contemplar el Palacio de cerca porque es una de esas imágenes que me gustaría guardar conmigo para siempre, si sobrevivo a esta noche. Os dejo con la intriga hasta entonces!
Пока Peter!! 😃

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