Y después de los días de locura, patear ciudades e imbuirnos de la cultura budista, toca algo de descanso con otro de los grandes atractivos de Tailandia: las playas.
Partimos rumbo a Krabi y el viaje, con escala en Bangkok, nos ocupa casi todo el día. Cuando llegamos a Krabi es ya de noche y decidimos salir a explorar la vida nocturna de la ciudad. La noche se alarga en el área turística de Ao Nang, lugar de encuentro para turistas de todas las nacionalidades dispuestos a pasarlo bien. A nuestro alrededor, los espectáculos de fuego inundan el ambiente de olor a combustible y los lady boys, tan comunes en Tailandia, intentan cazar algún turista interesado en sus encantos.
A la mañana siguiente tenemos contratada una excursión con Thalassa Tour que nos llevará por las famosas Four Islands y la playa de Railay, una de las míticas de esta zona.
El tour arranca en Ao Nang, que es un lugar también con mucho encanto y lleno de sitios para tomar algo tanto de día como de noche y donde se pueden tomar los barcos long tail para ir de excursión por tu propia cuenta.
Nuestro barco hace su primera parada en Ko Poda, una isla increíble con playas de arena blanca y aguas cristalinas llena de vegetación. Hacemos una parada allí para nuestro primer baño en aguas tailandesas que, después del calor que hemos pasado en Bangkok y Chiang Mai, se nos antoja de lo más apetecible.
Hacemos un picnic en la playa a base de platos tradicionales thai, esta vez todo muy rico y con unas vistas espectaculares.
Continuamos en nuestro barco hacia la isla que está en frente, Ko Tup, que tiene un banco de arena que permite pasar de un lado a otro de la isla a través del agua y una zona de rocas que nos ha deleitado.
Tras visitar estas dos islas nos vamos a hacer snorkel en el arrecife de coral cerca de Chicken Island. Fue algo increíble observar todo tipo de peces multicolor, peces espada, algunos mimetizados con las rocas… Ha merecido la pena, incluso a pesar de que me pinchó un erizo y me tuvieron que dar un ungüento tailandés para que la púa saliera. Sobreviví sin problemas.
Observamos Chicken Island desde el barco y rápido descubriréis, igual que nosotras, porque la isla tiene ese nombre.
Seguimos nuestra travesía para visitar Phra Nang, que forma parte del área de Railay Beach. Es una de las playas más bonitas de Krabi y su nombre se debe a una cueva que hay en ella dedicada a una diosa de la fertilidad que lleva el mismo nombre. Una leyenda dice que una princesa india murió en un naufragio y que su fantasma ocupó la cueva y se consagró a proteger la fertilidad. Su forma de adorar a este diosa es un tanto peculiar: una colección de tallas fálicas.
En Phra Nang vemos el magnífico atardecer. No sé si las imágenes que hemos hecho son capaces de captar en todo su esplendor, ya que fue tan bonito que consiguió emocionarme.
Terminamos el tour haciendo snorkel nocturno para ver el plancton bioluminiscente, que es algo decepcionante porque pensábamos que iba a iluminarse mucho pero son sólo pequeños destellos. El guía nos indicó que sólo se veía si movíamos manos y pies enérgicamente y pareciamos patos en el agua para que el plancton refulgiera e intentar así ver algo. Aún así, ha sido bonito y la experiencia de bañarse en alta mar de noche es algo único.
De vuelta a la costa el motor de nuestro barco se ha estropeado y por poco nos tienen que remolcar para llegar a nuestro destino pero al final alcanzamos Ao Nang con mucho retraso pero por nuestro propio camino.
La noche es joven en Krabi y salimos por la zona turística a dar una vuelta.
Mañana nuestro viaje se termina y abandonamos Tailandia para volver a casa con las energías muy cargadas (casi tanto como nuestra maleta), con un montón de recuerdos y momentos y también con un trocito de este increíble país y su gente en nuestro corazón para siempre.
Me vais a permitir que hoy la entrada del blog sea dedicada a mi compañera de viaje que, con sus risas y ocurrencias, ha hecho aún más inolvidable este viaje. Va por ti, Clauchi! ☺️